Y finalmente se resolvió el
misterio del misterioso hombre misterioso. Lo que inició como una ilusión
hollywoodense terminó con la marquesina de neón que reza “Las cambolas de la
noche no son para verlas en el día”.
Vélez… un tipo al que ni
entonces ni ahora le interesó saber mi nombre o cruzar dos palabras. Y yo, que
tan ilusionada estaba con la historia, recibí la noticia como un tortazo,
puesto que la vida se las dio de payasa.
Fucking perros que
despertaron a Bonzo…
¿Y el Santo? Lo tengo que
dejar ir urgentemente. Reunir fuerzas, recordar todo lo lindo y todo lo feo y…
fuf, soltarlo.
Tengo que sacarte de mi
alma, no te puedo permitir herirme más.
Me duele el ego la reacción
del misterioso, o sea, encuentra a la chica con quien la pasó genial, la tiene
al lado y pide que otro le charle.
Y el tal Tessari es un
primitivo. En definitiva, la próxima que Vi me quiera presentar a un amigo la
voy a pensar dos veces. No comprende que estoy buscando a alguien realmente
interesante.
En realidad no busco, solo
espero a que llegue con la corriente (disque).
Todo está demasiado
despelotado. No hago zumba dos días y enloquezco.
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