viernes, 5 de julio de 2013

Las cosas que uno hace


Descripción audiovisual de la escena: Suena un piano dulce y despacio, entrando como pidiendo permiso, para condicionar al espectador a un ambiente de tierno romanticismo o romántica ternura. En pantalla se vislumbran dos siluetas perfiladas por la luz anaranjada de una lámpara. En la imaginación del director, este hombre y esta mujer estarían hechos de un material adivinable como plastilina, sin embargo, el lector es libre de escoger el estilo y apariencia del filme para reproducirlo en su mente y guardarlo así en su memoria.
Ambos están desnudos y es de noche.
El hombre carga con un nombre genérico, acaso Fernando, acaso Andrés, tiene las cejas depiladas y un rostro hermoso. La mujer posee un nombre más bien varonil, digamos Francisca, y se sienta en la cama perfectamente erguida.
Se miran. Ella le pide con más pena que ternura que se cuide y él le entrega su miembro masculino para que lo tenga bien cuidado por la noche, antes de ponerse el uniforme y salir a trabajar.
Si tiene suerte, Fernando (o Andrés) será recogido por la cantidad de hombres necesaria para cubrir las exigencias de dos hijos en un colegio privado, el seguro, la casa, la empleada… De todas formas, esta reflexión tendrá lugar en la mente de algunos (no todos) espectadores, pues la escena continúa cuando, de día, el hombre vuelve vestido de mujer a desvanecerse en su cama.

La mujer no está, pero en su almohada reposan el pene del marido, para que se lo coloque al despertar, y su par de senos para que él los cuide durante el día, mientras el teniente coronel del ejército se gana  el sueldo que requieren los niños en el colegio privado, el seguro, la casa y la empleada.