Un haz de luz se
dibuja en el espacio atravesando la monotonía de los sinsentidos de las ocho de
la mañana. Si de este espesor de horas nacieran muchos más textos, muchas más
palabras, la colección se llamaría Fotografía.
El docente es un mago:
tiene la increíble habilidad de tomar el tiempo, filtrarlo por sus maravillosos
lentes de 75mm. y difractarlo cual si fuera la luz que da pelea a la tecnología
que hasta ahora no ha comprendido la distancia anatómica entre los ojos,
espacio en que, sin nosotros notarlo, se nublan las esencias y se desenfocan
los centros perfectos de los cuales puede partir cualquier radio.
Estoy divagando
durísimo.
Me ha nacido un
rechazo singular contra el color rosado, casi una fobia. Por muchos años se destinó
este color, mezcla del rojo sangre con el blanco limpieza, a la sexualidad
femenina, y es recién en estos últimos tiempos de mentes abiertas y vanguardias
que los hombres se han aventurado a vestir prendas de este particular tono.
No lo sabía, pero creo
que, nuevamente, la razón de esta destinación reside en el instinto mezclado
con la biología. Resultó ser que ese rosadito chicle, Barbie, señorita, pastel,
niña buena, no es otro más que el mero color del útero.
No creo que se haya
descubierto antes de plantear los parámetros de preferencias de color. Instinto
nomás debe ser.