viernes, 22 de abril de 2016

La Vaca Enferma

Estoy hundida en la aflicción, la vaca está en el hospital.

La vaca ha sido mi amiga y compañera por años, aguantándome el peso de uno como de diez, perdiéndose conmigo por la ciudad de los peces monstruos, fatigándose con los ventarrones de arena ardiente de las aceras del 5to Anillo… más de una vez sufrió algún percance y no es la primera vez que va al hospital. De hecho, a estas alturas, ya debería tener membrecía.

Desde hace unos días que la notaba decaída, débil, terca para andar. Las temperaturas aumentaron y la vaca empezó a dar señales de sufrimiento. A veces mugía con dolor, a veces se le paralizaban los músculos y se ponía lenta como tortuga, moviéndose sus patas con una parsimonia cósmica.

Fue ayer que le subió la fiebre. Tuvo que andar todo el día, la pobre, y por mi culpa, pues le hice dar más vueltas de las necesarias por haber olvidado mi cabeza en casa ajena y tener que ir a buscarla.
Al medio día, con el grandioso sol sobre nuestras cabezas, galopamos hacia una misión urgente. La vaca tuvo que esperar afuera, achicharrándose como churrasco, sus carnes duras deshidratándose, exhalando vapor.

Llegando de vuelta a casa le toqué la nuca y la sentí caliente. Al mirarla, sus ojos me devolvieron una súplica, por favor, necesitaba agua. Pobre vaca, ardiendo en fiebre.  Le serví dos litros de agua que se tomó como si fueran los últimos del mundo, y refresqué su frente con compresas frías.

Se acostó en la sombra y durmió por horas, sudando frío y temblando. Cuando tocó salir de nuevo, le di más agua y volví a aplicarle compresas. Sentí sus mejillas frescas y sus ojos aliviados, hasta tenía ánimo, hasta me decía que salgamos. Entonces salimos.

Muy entrada la noche y después de andar por horas, la fiebre volvió a subir, arrasadora, golpeando las rodillas de la vaca que no podía más que andar despacio, la pobre vaca. Al llegar donde Marce, le volvimos a dar agua y la refrescamos. Tomó muchísimo y seguía con sed, entonces le dimos más. Y más y más, y no paraba de tener sed.

Mejor vas a tu casa a que descanse, dijo Marce, así que me monté en la vaca y la llevé lo más despacio que la seguridad vial permite. Llegamos a la casa, abrí la tranquera y al subir la barranca, la vaca se desvaneció. La zamarroneé para que reaccione y termine de subir, pobre vaca, que empleó todas las fuerzas que le quedaban para llegar a su corral.

Ahí se tiró y quedó como muerta. Me contuve de llorar para no perder la calma, salí a buscar ayuda y tuve la providencia de encontrar a mi padre llegando. La vaca se está muriendo, gemí desesperada, qué vamos a hacer. Lo lógico, me contestó tranquilo, llamar a una ambulancia para que la lleve al hospital.

Entonces proseguí, llamé al número de la emergencia 800… y pedí una ambulancia, urgente, para mi pobre vaca. Llegaron antes de que colgara el teléfono, gracias a dios.
La subieron entre 6 a una camilla enorme, luego a la ambulancia, cerraron las puertas traseras y se fueron, dejándome con el corazón en la mano y las lágrimas en las pestañas.

Hace poco llamé al hospital para saber cómo estaba y me dijeron que todavía no había ingresado a pieza por falta de espacio para una vaca, que la tenían en su camilla enorme en los pasillos, pero que supiera que la cuenta no me saldría barata, pues necesitaba con urgencia un trasplante de radiador, cambio de correas, chapeado, pintura y otros arreglos más. 

miércoles, 20 de abril de 2016

Sobre Caja de Zapatos en Tribus Urbanas

Todo lo que querías saber sobre mi libro Caja de Zapatos, mis escritos, el Concurso No Municipal de Literatura 2015 y el enigmático seudónimo de Pitilumpi aquí!!

Genial entrevista hecha por Luis Fernando Ávila para el programa Tribus Urbanas de TVU Canal 11.

Muchas gracias por el apoyo!!

Pueden encontrar la entrevista desde el minuto 9:13:


Y no se olviden de seguir en FB y YT a Tribus Urbanas!!  https://www.facebook.com/TribusUrbanasTVU/