El tema de ahora es la
innovación. ¿Cómo?
¿Cómo puedo lograr que cien personas pierdan las barreras mentales de su educación y adopten un pensamiento
evolucionado? ¿La creatividad es un don común?
Debemos pensar en ideas
inspiradoras. Si el mayor valor de la era en la que vivimos son las ideas,
tener una idea que inspire a otros a tener ideas es como tener una gansa
ponedora de huevos de oro.
La idea de innovación
probablemente nos haga pensar en cosas salidas del molde, técnicas aún no
descubiertas o inventos nunca antes visto, pero lo cierto es que alguien ya se
tomó la molestia de descubrir la pólvora por nosotros. La creatividad consiste
en tomar lo que existe y transformarlo en algo nuevo o diferente, pero sobre
todo útil. Por eso la innovación es atemporal: siempre habrá algo que mejorar,
siempre habrá algo que transformar, y la primera pieza del dominó la
encontraremos en lo más impensablemente básico, como saber que todo lo que sube
tiene que bajar.
Necesitamos redescubrir la
comunicación.
Existen nuevas herramientas,
nuevas tendencias y nuevas experiencias, pero aún no hemos evolucionado lo
suficiente para entender cómo usar estas herramientas en pro del desarrollo
humano.
Tenemos la posibilidad de saberlo
todo y de conectarlo todo, sin embargo la ignorancia es cada vez mayor y las
personas están cada vez más encerradas en sus burbujas de pretensión.
La virtualidad está derrotando a
la realidad.
Recordemos lo real, volvamos a la
naturaleza, despertemos en un mundo básico al menos por un segundo. Un mundo
sin globalización.
Ahora parece imposible de
imaginar, pero la humanidad sobrevivió millones de años dependiendo de la
aburrida, simple y tangible realidad material. El desafío es rescatar la
comunicación de aquellas épocas, directa y sencilla, y engranarla con nuestras
nuevas herramientas comunicativas, sin olvidar que estas son solo eso,
herramientas, lo mismo un celular que una computadora, que un marcador, que una
pizarra.
No nos conformamos con creer en
un dios polémico, así que inventamos una entidad igual de mística, intangible e
infinita: el internet, la conexión de las mentes humanas en el mundo.
Como la religión, el internet es
el último placebo.
La idea de una rebelión desde la
comodidad del escritorio cautivó a más de uno, por lo que las pancartas y los
megáfonos están siendo reemplazados por posts y más posts que algunos
interesados comparten entre sí con desinterés. Los movimientos sociales se
están sentando detrás de una pantalla, resumiendo sus protestas en una página
de internet.
Nuestras mentes ahora pueden
viajar hasta el infinito con solo tener acceso a la web. La cantidad de
información que contiene es tan grande e infinita como las estrellas en el
cielo. Si pensamos en el internet como un mar y en nuestra computadora como un
barco, podría decirse que nuestro ser virtual navega mucho, está todo el día de
aquí para allá en las aguas del conocimiento y la conectividad, pero y nuestro
cuerpo, nuestro verdadero cuerpo, qué hace?
La humanidad está más quieta que
nunca, pendiente solo de lo que le interesa saber. Arriba el hedonismo y la
ignorancia. Lo que no me interesa está a un click de desaparecer.
La opinión pública está
globalizada y ahora todos podemos decir lo que pensamos. Nuestras voces podrán
oírse en cualquier parte del mundo y nuestro mensaje viajará por la galaxia,
pero sin embargo es tan insignificante…
El sistema jerárquico nos atrofió
el entendimiento. Estamos acostumbrados a tener pocas fuentes de información,
en las cuales debemos confiar ciegamente, pero ahora resulta que hay muchísima
información de una infinidad de fuentes, los puntos de vista aumentaron en
millones y la confusión es total.
El mundo no está preparado para
el comunismo intelectual. Estamos viviendo el oscurantismo invertido, la era de
la sobre exposición: en vez de privarnos del conocimiento y mantenernos en la
sombra, nos arrojan toda la luz, toda la información, para que nos encandile y
no sepamos qué hacer con ella.
A pesar de todo, los filósofos de
la antigüedad siguen teniendo razón. Pasarán los siglos y las eras, pero lo que
pondrá al hombre en marcha hasta la eternidad será la duda.
La innovación nace en lo básico:
por qué y para qué. La raíz de todas las respuestas. La duda metódica es la
madre de los inventos y jamás pasará de moda. La solución a nuestros problemas,
la tan buscada innovación, solo requiere que nos cuestionemos algo y empecemos
a explorar en busca de respuestas.
Dudo, luego existo. Es un mundo
de infinitas preguntas e invisibles respuestas.