jueves, 30 de abril de 2015

Brainwashed

Voy paseando en el micro algo somnolienta, escuchando música colgada, viendo las calles pasar y pensando que esta noche quiero soñar con ellas.
Quiero soñarme flotando, sobrevolando las calles de barrios que no podría recorrer despierta con este sosiego, temerosa de los peligros de la realidad.
Quiero volar sobre las losetas y detenerme a disfrutar cada detalle, cada casita de color, juguetito perdido, zapatito extraviado.
Habrán casas raras, templos chinos, edificios de pocos pisos y ningún criterio, entreverados con hogares antiguos, casonas que eran quintas cuando la ciudad era pueblo, apartamentos trillizos y hasta quintillizos, la ventita precaria de la abuela que lo tiene todo, desde el quilo de papas hasta los mejores sándwiches de pollo; como también habrán molduras de yeso griegas y románicas, gárgolas de cemento y tejados americanos.  
Quiero flotar panza arriba contemplando las enaguas de los árboles, el follaje del gomero y la luz rosada del toborochi. Como esto es un sueño, el cielo a ratos es celeste, a ratos negro, y si me doy la vuelta, veo pasar los adoquines a toda velocidad.
Quisiera soñarme con calles desiertas y una quietud infinita, una ciudad entera a mi disposición, como de muñecas, y cual niña curiosa y traviesa, meter la nariz por todos los escondrijos, desbaratar cajones e infiltrarme sin escrúpulos por los secretos familiares mejor guardados, las botellas del abuelo, el consolador de mamá, las pastillas de papá, los cigarrillos del preadolescente, el manjar blanco del diabético.
Pero qué hermoso sería si, en vez de estar la ciudad desierta, estuvieran todos sus habitantes paralizados como maniquíes, muñecos de verdad para esta niña que los examinará con minuciosidad, algunos con ropa, otros sin ropa. ¡Qué fascinantes objetos de estudio!
Y luego de que en sueños hubiera flotado por las calles, me hubiera infiltrado en los rincones, desentrañado los secretos y examinado a los sujetos, me iría sigilosa, alejándome de la escena, desentendida del asunto. Saldría del barrio, caminaría por la avenida, subiría al micro, sentarse, iPod, música colgada, acelerón violento y todo continúa. 

miércoles, 22 de abril de 2015

Una tarde de abril

He podido percatarme de una variable en el comportamiento vehicular de la población en Santa Cruz de la Sierra: en días templados, de poco viento y parcialmente nublados, el uso de bocinas, la contaminación auditiva y el caos vehicular disminuyen considerablemente en comparación con otros días. 

jueves, 9 de abril de 2015

Ying-yang

Ying-yang. Un gato blanco y un gato negro se miran frente a frente, inmóviles. La luna menguante se refleja en sus ojos de agua viva y el alumbrado público de alguna calle perdida tiñe de atardeceres sus pelajes. Parece cierto que de noche todos los gatos son pardos, o al menos eso pensará quien los vea de lejos al salir con la bolsa de la basura, pero estos gatos son blanco y negro, como el ying y el yang. Dos partes de un todo en equilibrio, perfecto como un círculo, luminoso como un triángulo, sinuoso como las colas de estos gatos que, entrelazadas, forman un corazón. 


Limonada


Anoche, un limón verde, nervioso, de piel erizada, me hizo feliz. El limón es mi fruta favorita, pero ninguno he sentido como este, que late como si de sus semillas fueran a brotar todas las flores de la primavera. 

sábado, 4 de abril de 2015

Innovación

El tema de ahora es la innovación. ¿Cómo?
¿Cómo puedo lograr que cien personas pierdan las barreras mentales de su educación y adopten un pensamiento evolucionado? ¿La creatividad es un don común?
Debemos pensar en ideas inspiradoras. Si el mayor valor de la era en la que vivimos son las ideas, tener una idea que inspire a otros a tener ideas es como tener una gansa ponedora de huevos de oro.
La idea de innovación probablemente nos haga pensar en cosas salidas del molde, técnicas aún no descubiertas o inventos nunca antes visto, pero lo cierto es que alguien ya se tomó la molestia de descubrir la pólvora por nosotros. La creatividad consiste en tomar lo que existe y transformarlo en algo nuevo o diferente, pero sobre todo útil. Por eso la innovación es atemporal: siempre habrá algo que mejorar, siempre habrá algo que transformar, y la primera pieza del dominó la encontraremos en lo más impensablemente básico, como saber que todo lo que sube tiene que bajar.
Necesitamos redescubrir la comunicación.
Existen nuevas herramientas, nuevas tendencias y nuevas experiencias, pero aún no hemos evolucionado lo suficiente para entender cómo usar estas herramientas en pro del desarrollo humano.
Tenemos la posibilidad de saberlo todo y de conectarlo todo, sin embargo la ignorancia es cada vez mayor y las personas están cada vez más encerradas en sus burbujas de pretensión.
La virtualidad está derrotando a la realidad.
Recordemos lo real, volvamos a la naturaleza, despertemos en un mundo básico al menos por un segundo. Un mundo sin globalización.
Ahora parece imposible de imaginar, pero la humanidad sobrevivió millones de años dependiendo de la aburrida, simple y tangible realidad material. El desafío es rescatar la comunicación de aquellas épocas, directa y sencilla, y engranarla con nuestras nuevas herramientas comunicativas, sin olvidar que estas son solo eso, herramientas, lo mismo un celular que una computadora, que un marcador, que una pizarra.
No nos conformamos con creer en un dios polémico, así que inventamos una entidad igual de mística, intangible e infinita: el internet, la conexión de las mentes humanas en el mundo.
Como la religión, el internet es el último placebo.
La idea de una rebelión desde la comodidad del escritorio cautivó a más de uno, por lo que las pancartas y los megáfonos están siendo reemplazados por posts y más posts que algunos interesados comparten entre sí con desinterés. Los movimientos sociales se están sentando detrás de una pantalla, resumiendo sus protestas en una página de internet.
Nuestras mentes ahora pueden viajar hasta el infinito con solo tener acceso a la web. La cantidad de información que contiene es tan grande e infinita como las estrellas en el cielo. Si pensamos en el internet como un mar y en nuestra computadora como un barco, podría decirse que nuestro ser virtual navega mucho, está todo el día de aquí para allá en las aguas del conocimiento y la conectividad, pero y nuestro cuerpo, nuestro verdadero cuerpo, qué hace?
La humanidad está más quieta que nunca, pendiente solo de lo que le interesa saber. Arriba el hedonismo y la ignorancia. Lo que no me interesa está a un click de desaparecer.
La opinión pública está globalizada y ahora todos podemos decir lo que pensamos. Nuestras voces podrán oírse en cualquier parte del mundo y nuestro mensaje viajará por la galaxia, pero sin embargo es tan insignificante…
El sistema jerárquico nos atrofió el entendimiento. Estamos acostumbrados a tener pocas fuentes de información, en las cuales debemos confiar ciegamente, pero ahora resulta que hay muchísima información de una infinidad de fuentes, los puntos de vista aumentaron en millones y la confusión es total.
El mundo no está preparado para el comunismo intelectual. Estamos viviendo el oscurantismo invertido, la era de la sobre exposición: en vez de privarnos del conocimiento y mantenernos en la sombra, nos arrojan toda la luz, toda la información, para que nos encandile y no sepamos qué hacer con ella.
A pesar de todo, los filósofos de la antigüedad siguen teniendo razón. Pasarán los siglos y las eras, pero lo que pondrá al hombre en marcha hasta la eternidad será la duda.
La innovación nace en lo básico: por qué y para qué. La raíz de todas las respuestas. La duda metódica es la madre de los inventos y jamás pasará de moda. La solución a nuestros problemas, la tan buscada innovación, solo requiere que nos cuestionemos algo y empecemos a explorar en busca de respuestas.

Dudo, luego existo. Es un mundo de infinitas preguntas e invisibles respuestas. 

Quinceañeros


A las niñas, en los quinceañeros, los muchachos mayores, engalanados con sus mejores chalecos de seda y corbatines de satén, les daban de oler póper para aprovechar los diez segundos de embobamiento y prendérselas.
Ellas experimentaban una montaña rusa de placer interminable en cámara lenta, ellos se conformaban con el beso delincuente que arrancaban de esos tiernos labios ausentes.

Qué bien se la pasaba en esos quinceañeros.