El
presente es el mejor lugar para estar. Es donde todos deberíamos vivir. Pero
cuando uno se acostumbra a una rutina e ingresa en la vida formal: horario
formal, trabajo formal, relación formal; el presente se convierte en un momento
en el que uno no quiere estar. Entonces el presente se reduce a ser el medio
para alcanzar un futuro soñado al que quizás nunca lleguemos.
Y
si lo alcanzamos, disfrutarlo dependerá solo de poder vivir en ese preciso
momento y no en el sueño de un futuro distinto.