martes, 17 de mayo de 2016

Los Sonidos de la Ex Terminal




La Ex Terminal, con sus cinco cuadras caóticas en el centro de la ciudad de Santa Cruz, es la pasarela de un sinfín de sonidos de todo tipo, desde los gritos emitidos por los choferes que van a Yapacaní, hasta los cánticos mal cantados de las monjas del colegio Cardenal Cushing. 

De sol a sol, el coro irregular de la Ex Terminal acompaña a moradores y transeúntes. Esta galería de fotos intenta retratar en imagen, si es posible, el pan de cada día de nuestros oídos, de los que vivimos en la Ex Terminal.


Escuche con atención.
Almuerzo completo por Bs.-10 en la pensión de doña Lucero. De lunes a viernes atiende a unos cuantos comensales; los fines de semana, su terraza se repleta con los invitados de sus estridentes e interminables fiestas bailables.  


El turno de la tarde en el colegio Cardenal Cushing inicia a las 2:15, pero desde la 1:30 se puede oír desde los alrededores al desentonado profesor de música cantando "Déjalo que te toque y déjalo que te toque y recibe su bendición", con micrófono y acapela. 

Estos no son taxis ni trufis, estos son instrumentos musicales de viento, cada uno tocando su bocina en tonos y tiempos distintos, emulando el canto de los cucos en primavera. 

En otoño, flores de Toborichi se mezclan con la basura que adorna las aceras y el trinar de los gorriones se suma al canto de los motorizados. 

Madre de familia esperando para cruzar al colegio con sus dos hijos. Es zona escolar, sí, pero también es zona de la Ex Terminal. Ceder el paso no es una opción

Cuando por fin logran anteponerse al tráfico, cruzan corriendo, bocinazos e improperios mediante. 

 Los niños se quedan en el colegio, las madres se van y desde la puerta, se oye a la directora cantando "Cómo están los de kinder cómo están". Los niños deben responder gritando "Muy bien".

Cuatro veces al día, dos por cada turno del colegio, el tráfico de la calle Lemoine es una marea plateada en la que se pelean a sablazos padres de familia, choferes y vecinos. 

La Agencia de Empleos "Chavelita" es silenciosa. Las señoritas sentadas adentro se fueron escondiendo discretamente al notar la presencia de una cámara al otro lado de la calle. 

Todos los días, un camión de bomberos pasa por la Ex Terminal en hora pico haciendo simulacro de incendio, acompañando la marcha de bocinazos con su magnánima sirena. 

El sueño a la hora de la siesta es imperturbable para los que pueden dormir. 

Mientras tomaba esta fotografía, un hombre me gritaba desde la acera de enfrente que "¡Qué hacés sacándole foto a los indigentes! A ver, qué te importa a vos. Andá hacé tu tarea a otro lado, andá sacale fotos a tu familia si querés, ¡qué hacés molestando acá!". 

Después de las alabanzas mal cantadas del profesor de música, la directora, también por micrófono, pide a cada nivel que pase a su curso: "Los de tercero, pasen a su curso", y así. 

Doña Cleo vende jugos todos los días en la plazuela de la Ex Terminal. No necesita gritar porque su clientela es abundante y sus jugos de naranja, mocochinchi, papaya, lima y canela desaparecen antes de que se ponga el sol. 
 Doña María Josefina charla a gritos con Doña Cleo. Ambas estacionan su carrito lado a lado y se dedican a hacer negocio conjunto. Una vende jugos y otra, anticuchos de chorizo, corazón de pollo y lomito. No es raro ver al mismo cliente con doña Cleo primero y con doña María Josefina después.

La muchacha del somó acompasa su caminar con una corneta, no de las que vienen con la melodía característica incluida, sino una simple corneta. 

En el puesto de doña Josefina, los sonidos provienen de sus brazas chispeantes, de sus anticuchos chorreando grasa en la parrillita, y del motor de los micros al pasar. 

Cada vez que llega una encomienda a alguna de las oficinas de trufis que hay en la Ex Terminal, la encargada grita "¡¡¡Encomienda!!!" y un chofer de su empresa le responde "ya...". 

Agentes de la Dirección de Tránsito y Transporte descansando antes de seguir luchando con los micros y minibuses que pasan por el Primer Anillo. 

Esta ambulancia no está haciendo un simulacro. Su sirena resuena con verdadera urgencia. 

Chofer de trufis descansando. Así como los pájaros cantan y los gallos cacarean, los choferes de la Ex Terminal se la pasan gritando todo el día "¡Yapacaní para uno, Yapacaní para dos!", "¡A Montero, Buena Vista, San Carlos!!, "Minero, Minero, Minero", etc. 

Pasando la Ex Terminal, sobre la calle Lemoine, se encuentra la Escuela de Audio y Sonido AEA. Allí van los músicos a componer su propia bulla. 

No es necesario estar tocando los instrumentos para presentir el sonido que saldrá de ellos. 

Doña Merced no habla, solo vende papaya. En las mañanas, su marido se pasea ofreciendo jugos de papaya, remolacha, manzana, espinaca y demás brebajes espesos. 

 "Maní, maní, chipilo, papa frita, maniiií"