jueves, 21 de agosto de 2014

Palabras escogidas al azar

Un largometraje que dure aproximadamente 3 segundos, una cuña radial, una cuña de arena, el 3 como necesario, la ciudad es redonda como la vida, la vida es una cruz como la ciudad.
Hacé de cuenta que estás comiendo lechuga.

martes, 19 de agosto de 2014

Alquimia

El hombre es un ser inevitablemente autodestructivo. Es un semidios imperfecto y mortal, cuya naturaleza creadora, por la ley de alquimia, es su propia destrucción. Todo lo que rodea al humano termina siendo consumido.
Los recursos naturales son la materia prima de todas nuestras creaciones. Milenios de ruinas, unas sobre otras, no surgieron de la nada. Estamos cavando la Tierra desde el 80.000 a.C. y ahora resulta que esta cosa se acaba, que es un recurso agotable.

Lo más triste es que si intentamos restaurar la Tierra con algún moderno sistema de no sé qué mierda para hacer autos ecológicos e industrias eco-friendlies, solo lograremos disminuir la velocidad y prolongar la agonía, pues para vivir, es necesario consumir, y muy pocos están dispuestos a volver al hombre del 80.000 a.C. que todavía no había descubierto la magia de su poder creador.  

Cochabamba

Son las 6:45 am.

El amanecer se vistió de una neblina densa y apestosa como el río Rocha.
Ahora lo presencio desde la ventana del avión. La cima de las montañas se pone rosada y sus siluetas son recortadas por la luz arcoíris del cielo.
Cuando uno conoce el verde del amanecer, se hace imposible no relacionarlo con un arcoíris.
Hace su entrada triunfal el sol. Y la luna casi llena lo vigila todo desde arriba.

Es la fotografía perfecta, retratada en letras.
La neblina está suspendida como una nube sobre los campos más húmedos.
Tripulación de cabina, conectar toboganes.
Los nevados del Tunari se pintan de rosado alba.

Esta es mi mayor ganancia.

Alcornoques

Vale la pena mencionar que es un día bellísimo y que los alcornoques acaban de florecer.
A unos metros, un lustrador de zapatos escucha por radio un noticiero español, y de más allá, traído por el viento, llega el coro de un reclamo, una protesta.
En la hora del calor, cuando los mercaderes abandonan los mercados y las vitrinas se cierran para guardar el descanso tranquilo del medio día, solo los cuerpos fríos quedan de pie, indiferentes a la brisa y el cielo.
Los maniquíes observan por detrás de los barrotes el andar pausado de los transeúntes, que a la hora del calor, con un cielo tan azul como el de hoy, no intentan apresurar el paso ni restarle un segundo a la caricia del sol.

Hay tiempos para escribir. Hay tiempos para leer y hay que saber aceptarlo.
Seamos todos caballos para tener amaneceres blancos.

Realmente… para qué complicar. Sobre todo si el cielo es tan azul como hoy.