miércoles, 21 de marzo de 2012

La película

Al principio yo quería ir a  Tucumán a estudiar diseño de interiores porque quería diseñar escenarios, quería salir de mi casa, vivir en otro país y sentir la experiencia universitaria en toda su extensión. La idea de los escenarios me pareció bellísima, y además considero que es un excelente negocio el vender muebles o decorar eventos en Santa Cruz. Yo siempre he tenido talento para las manualidades, así que me parecía que era lo mío.
Cuando me fui a Miami, traté de empezar con mi amigo Diego un proyecto novedoso y vanguardista para presentar el primer y único disco de Cenizas: una exposición de videos abstractos compuestos de instalaciones, todos reproducidos al mismo tiempo en un salón y con la música de fondo viajando de forma circular. El proyecto era grandioso, las ideas muy buenas, y el trabajo de producción visual, todo mío.
Me pareció gracioso que el guitarrista de la banda en cuestión estudiare comunicación audiovisual, pero sin embargo fuera yo la que tenía la tarea de hacer todo ese montaje. Al mismo tiempo, Mauricio empezó con la composición de un nuevo álbum, cuyos temas grabó con una cámara web para subirlos a youtube y darlos a conocer. Las canciones tuvieron una gran audiencia y aceptación, por lo que me pareció que sería bueno hacer un video clip como demo para la mejor de ellas.
Fue con estos dos proyectos en el horizonte que empecé a hacer tomas con mi cámara fotográfica. Filmaba cosas simples, cotidianas, (gente caminando, casas, árboles, letreros) pero me enfocaba más que todo en cosas en movimiento, pues me parecía que esa era la esencia de El Viaje Del Aprendiz De Músico, el disco de Cenizas. Aun así, la idea de estudiar en Tucumán seguía brillando.
Con Mauricio seguíamos siendo amigos y hablando a diario, pero la fase del noviazgo había quedado atrás junto con las palabras cariñosas y la primordialidad en cuanto a la comunicación, pues hablaba conmigo con la misma frecuencia e intensidad que con el resto de sus amigos.
Me contaba de su universidad, cómo era, la hermenéutica, los profesores, los proyectos y las tareas. Varias veces le pusieron tareas que yo he hecho por puro placer, como relatar un diálogo interesante o hacer un informe sobre una canción de Pink Floyd. La carrera me parecía interesantísima, pero aun así muy remota a mí. La idea del diseño de interiores en Tucumán seguía estática en mi cabeza.
De repente, sobrevino el quiebre de todo lo planeado y esperado: mi mamá estaba embarazada. Cuando me enteré, tuve que hacer un frenón fuerte, borrar todas las ideas de mi cabeza y empezar de cero, analizando lo mucho que cambiarían las cosas. Habría un nuevo niño en la casa, un ageneracional, una boca más que alimentar. Se ampliaría la casa, se harían muchos gastos y sobre todo, mi mamá necesitaría ayuda. La idea de Tucumán acababa de convertirse en un imposible y yo no tenía idea de hacia dónde jalaba mi futuro. Estaba perdida, desorientada.
Pocos días después de la gran noticia, hablando con mi mamá, me dijo muy clara y firmemente que no quería que fuera amiga de Diego. Normalmente, me habría rebelado y seguiría siendo su amiga, pero una extraña sensación en mi interior me quitó todas las ganas de seguir hablando con él. Le envié un imbox a su facebook diciéndole que a pesar de lo mucho que charlamos y de que me cae muy bien, ha sido un mal amigo conmigo y con Mauricio, y además me causa problemas con mis padres, con justa razón, por lo que preferiría que ya no seamos amigos, y nunca más volvimos a hablar.
Eso significaba que el proyecto audiovisual para El Viaje Del Aprendiz De Músico había finalizado. Aun así, yo seguí capturando escenas de Miami que nunca más sería capaz de presenciar, como los viajes en tren, sus calles, edificios y carreteras que atraviesan el mar.
Para entonces, mi Mac poseía un programa de edición de audio, y otro de video, profesionales; una infinidad de editores de imágenes y a una dueña con mucha inquietud e interés por el rubro. En definitiva me sentía capaz de hacer buenas cosas, buenos videos, buenas producciones.
Mauricio nunca me sugirió que entre a Diakonía, la idea de Tucumán era tan inamovible para él como lo había sido para mí, pero me seguía contando su día a día en la universidad.
Lo consideré, lo analicé, lo imaginé, lo visualicé, lo proyecté, lo viví y me encantó. En pocos días, la película de estudiar comunicación audiovisual se convirtió en mi futuro ideal.
Cuando me enteré que mi mamá perdió al bebé, yo ya había decidido que rumbo tomar, extrañaba mi casa y mi ciudad, tenía ganas de no desprenderme nunca más de mis amigos y estaba muy feliz con el futuro que me había planteado. La idea de Tucumán había sido por completo descartada, y yo estaba feliz.
Al llegar a mi casa, comer mi comida cruceña, salir a las calles ardientes y encontrarme con mis seres queridos, me di cuenta que nunca en la vida había sido tan feliz. El día siguiente a mi llegada, Mauricio me invitó a un junte de Diakonía con mis futuros compañeros. Todos me cayeron demasiado bien, me encantó el ambiente, la música, la conversación, y me pasó algo que muy pocas veces en la vida me ha sucedido: me sentí en mi lugar, con mi gente, personas tan atípicas como yo, y feliz hasta las nubes.
Me he dado cuenta de que amo mi presente y estoy enamorada de mi futuro, tengo todo lo que podría desear y el hecho de tener que luchar por la aprobación de mis padres me hace aun más feliz, pues lo considero una batalla por un sueño, y eso le da sentido y valor a mi vida.
Voy a entrar a Diakonía porque no sólo es la única que posee la carrera de comunicación audiovisual a nivel licenciatura, sino que es la mejor del país. Prueba de ello es la cantidad de estudiantes del interior que tiene.
Amo mi vida y soy muy feliz.

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