martes, 13 de marzo de 2012

Cuestiones

Música de fondo. Ponga play. 
Estoy matando tiempo, minutos, segundos, jugando un jueguito tonto, consiente de que de esta manera pienso menos, y por ende, controlo la ansiedad y el dolor. Según yo, la culpa la tiene la música, no es que el jueguito me tenga enviciada, es que la música me puede mantener pegada a cualquier jueguito, la música me puede tener horas donde ella esté, me puede tener en viajes de veinticuatro horas sin querer bajar ni para ir al baño, es capaz de hacerme ir al gimnasio por tres horas y caminarte la vida entera sólo por la necesidad de escuchar la siguiente canción, y si esta es buena, pues bueno, esta. 
Me pregunto, ¿mis papás, de alguna forma indirecta, me enseñaron a dar algo esperando que me sea devuelto su mismo precio? Puede que sí como puede que no, puede que la música haya influido de nuevo. Jorge Drexler nos dice: "Cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da". Es lógico, es el principio de la alquimia, es la ley de la vida, pero si la cosa está tan clara, ¿por qué se supone que tenemos que hacer el bien y dar de nosotros sin esperar nada a cambio? Cierto, por fe.
Fe en que dios es quien nos va a retribuir. También puede ser por resignación: como nos hemos resignado, creemos que la satisfacción de un trabajo bien hecho es la única y mejor paga. 
Pero yo sencillamente no puedo, me aferro con todo a mi filosofía de vida y confío ciegamente en que cuando uno da, recibe lo mismo a cambio, sólo que transformado. 
Mi profesor de historia del colegio una vez nos explicó que durante la revolución francesa aparecieron dos corrientes cuyos nombres no recuerdo pero los podemos identificar como los cristianos y Napoleón. Los cristianos, con su fe, esperaban que las cosas buenas y/o malas que hicieron serían balanceadas en el cielo luego de muertos y determinarían el destino de su vida eterna. Napoleón no era tan paciente, el se hartó de que Francia viviera en la miseria, se levantó, agarró a un ejercito y los lideró para ganar la guerra. El hombrecito no era tan paciente como los cristianos, el agarro la realidad con las manos y construyó la justicia. Y yo me identifico con él, soy del tipo de personas a las que no les agrada esperar por el karma, y en la medida de lo posible, trata de hacer justicia. 
Pero ahora no estamos hablando de justicia, se trata en realidad de que yo te doy placer y se supone que vos a cambio me das amor, cariño o ternura. Pero no lo hacés, al menos no de inmediato, que es cuando lo necesito con urgencia por el vacío que queda después de la entrega, y como me pongo muy triste porque preferís hacer otras cosas, como terminar una tarea que es para pasado mañana o irte a comer algo, me reprochas de que no soy capaz de hacer las cosas por amor y no por conveniencia. 
Es eso lógico, o por lo menos correcto? Dijiste que debería alegrarme por el sólo hecho de que existas, porque eso es lo que vos haces, pero... si para ser feliz sólo te bastara mi existencia, creo que no pedirías más. Además, es tan malo pedir cariño a cambio? SI. Esa es la respuesta rotunda, sí.
Por qué es malo pedir cariño? porque esas cosas no se piden, uno se las gana y si alguien quiere darlo, lo da, y si no, pobrecito de vos, nadie te quiere. Entonces soy como esa canción -sí, otra canción- de Silvio, soy una flor nocturna que come sobras del amor. Y me duele. 
Pienso que tengo una relación tristísima y miserable, pero lo más triste del asunto es que creo que algunas personas se dan cuenta de mi tristeza y eso me hace sentir un tanto humillada. Amaría que cuando alguien me mirase, pudiera encontrar a una persona dichosa, llena de vida y color, como a veces me veo a mí misma pretendiendo ser otra persona. Pero solo ven a una muchacha callada y cabizbaja, quizás algo oscura, y no sé si es porque expreso demasiado bien mis sentimientos, si es porque tengo un aura triste por naturaleza o si es porque estoy peor de lo que pensé. 
Y al final, después de decidirme a escribir todo esto, me doy cuenta de que sí pienso mientras estoy con los jueguitos y que este motorcito que tengo sobre el cuello no descansa ni un segundo. 
Él me dijo que uno de mis problemas es que pienso demasiado, eso me lleva a conclusiones tristes y termino sufriendo más de la cuenta. Hasta cierto punto es verdad, pues pienso en las cosas que me hacen daño, y por otro lado no es tan simple la cuestión, pues si no tuviera razones para sufrir, ni toda la reflexión del mundo me traerían la tristeza que sentí hace un momento.
Y por otro lado, no me puse triste de tanto pensar, me puse triste al darme cuenta de que me dejaste ahí, botada y olvidada, reservada para cuando hayás terminado de hacer todo lo demás. Y fue tanta la tristeza que me embargó que ni siquiera reparé en ella, sólo empecé a llorar a mares, y lloré aun más fuerte cuando te dije cómo me sentía y me respondiste con una sonrisa que no me aflija y que charlemos de otra cosa, como si todo estuviera bien. Claro, para vos todo estaba de maravilla. 
Qué tanto me han enseñado mis papas? Qué cosas importantes me han enseñado? A hablar, caminar, comer, atarme los zapatos, bañarme, andar en bicicleta, nadar, utilizar bien los cubiertos, tener buenos modales, saludar con propiedad... lo básico. Pero, en lo que vivir la vida respecta, qué me han enseñado? me han hablado de filosofía? Sí, mi papá, e incluso me ha citado a muchos pensadores y me ha contado su forma de vida y anécdotas. 
Él me enseñó dos cosas importante: 1. La filosofía sirve para aprender a vivir. 2. Sólo sé que nada sé. La segunda es un resumen de la doctrina de Sócrates, la cual me pareció bastante clara a pesar de que la escuché por primera vez a los diez años. Pero además de eso... lo ha intentado, pero sencillamente lo que trata de enseñarme no lo capto.
Me contó muchas anécdotas de Diógenes y su pensamiento, y a pesar de que me sorprendieron sobremanera, el tipo era un genio y nosotros, burdos mortales, no podemos vivir así. Y luego sus pensamientos personales: tené muchos amigos porque algún día los vas a necesitar; pensá con mucho cuidado qué carrera vas a escoger porque es una decisión que va a afectar el resto de tu vida; hacé más ejercicio;  dedicate a una cosa y hacete buena en eso.
Hay que admitir que son consejos buenísimos, de papá sabio, pero no... no me llegan. Es por eso que hace poco llegué a la conclusión de que las canciones me han enseñado tanto o más que mis padres, el problema es que no estoy muy segura si a los autores les fue bien con esos pensamientos o si son realmente buenos ejemplos de vida, pero es gracias a letras magistrales que pude construir mi propia filosofía de vida, a la cual, sin darme cuenta, me atuve como a una ley absoluta e inquebrantable. 
Pienso más mientras escribo, escribir me hace inteligente, leer ejercita la mente, yo nací con un don, el don de la palabra, y no tengo miedo de usarlo. 

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