miércoles, 7 de marzo de 2012

Campos Magnéticos

¿Por qué ya no escribís, Isabel? ¿Qué pasó con esa escritora por vocación, la muchacha apasionada que juraba que su alma sólo se veía llena de felicidad cuando se expresaba por escrito? ¿Qué pasó con el futuro inamovible de ser una señora de sesenta años, fumatérica y probablemente deprimida, atada a una máquina de escribir de forma patológica? ¿Qué pasó con el "escribo para vivir"? ¿A dónde se fueron esos deseos locos de tatuarme un lapicero en el antebrazo derecho, justo arriba de la muñeca?
No es que estés leyendo menos, no, lo contrario, ese último libro de Saramago ha sido muy elocuente. No es que estés pensando menos, ¿o sí? olvidaba que obligaste a tus pensamientos a desaparecer en la cascada de neuronas muertas que salen cada día en la cera de tus oídos, dramatizadas con música y jaquecas que te tienen al borde de las lágrimas. Pero, oh, penosa y patética realidad, ese pequeño animalito que te mata la inteligencia día a día, segundo a segundo, y que te salva de la crisis de pensar demasiado sin llegar a ningún lugar, se llama video juego, y lo más vergonzoso de todo es que ni siquiera se trata de esos de consola, caros, con tácticas de juego y una buena historia de fondo, no, La Parca de tu inteligencia radica en esos jueguitos tarados de internet que uno encuentra gratis, esos mecánicos que no requieren de más destreza que velocidad de ojos y dedos, destreza que te calcina la vista, incrementa tus jaquecas y le auspicia la visita a esa desagradable enfermedad potencialmente crónica: deficiencia de convergencia visual. 
Amás escribir y tenés mucho talento para ello, todos lo sabemos, pero, ¿qué estás esperando? Esperás volver a tu casa, supongo, pero, ¿qué te garantiza que allá si vas a poder hacerlo? Si algo es seguro, es que vas a estar mucho más ocupada que ahora.
O quizás es por el tema de la producción de videos musicales, claro, esos para los cuales hacés tomas a diario, pero que ni siquiera te has dignado a tratar de juntar con el editor, claro... siempre esperando un poco más, siempre sintiendo que falta algo.
Qué desastre, te sentís vacía como no se puede sentir, pero lo más desastroso es que no es la primera vez, sino que, esto sí, es crónico. Te has pasado la adolescencia sintiéndote vacía, primero por la falta de amigos reales, luego por la falta de amigos que te comprendan, después por la falta de amor correspondido, luego porque el amor correspondido fue una tragedia, luego por el peso de conciencia de creer que ese vacío en realidad era la falta de dios, luego por buscar a dios sin éxito, luego porque el amor trágico te siguió rompiendo el corazón y, finalmente y en casi la mayoría de los casos, una simple y llana falta de oficio.
Vos siempre fuiste muy independiente, autodidacta, solitaria. Siempre te creíste tan autosuficiente como para no aburrirte en soledad porque siempre habría algo productivo qué hacer (leer, escribir, dibujar, tocar algún instrumento, inventar algo, armar un rompecabezas), pero ahora que has estado dos meses en ese estado, te das cuenta de que necesitas una actividad real, amigos, ayuda, proyectos y movimiento. Necesitas salir de estas cuatro paredes para encontrar, conocer o hacer historia. Necesitas que alguien te hable y vos le respondas para edificar los diálogos que van a enriquecer tus futuros escritos. Necesitas salir y vivir un poco.

"Y sal ahí a defender el pan y la alegría, y sal ahí para que sepan que esta boca es mía"

Gracias Sabina, lo lograste otra vez. 
Hora de dormir.

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