martes, 15 de enero de 2013

Luminosidad



Lucecillas en la ciudad como árbol de navidad, luces en la carretera, luces como flechas que viajan a toda velocidad. 
Vías llenas de luminosidad, alegres por el regalo de la energía. Luces de colores tan brillantes como una canción feliz, bailan a lo largo de una vía cantante, emocionada con el reflejo de la fiesta ambulante. 
Luces por toda la ciudad atraviesan la noche y nos ayudan a llegar al día siguiente. Brillos voladores cruzan lo extraño y tenebroso, giran varias veces y ponen esperanza donde hubo temor. 
Estrellas fugaces impactan la tierra, la recorren como saeta y nos brindan su calor artificial. Fuegos plásticos nos permiten descubrir los misterios de la celosa oscuridad, escudriñar lo indebido y encontrar los pedazos de corazones rotos debajo de la cama. 
Este es un viaje sensacional, un flash delirante por la vía láctea, un paseo por el buque de los faroles incandescentes. Las luces de colores, azules, rojas y amarillas, invitan a montarse a la aventura, a cerrar los ojos y recorrer a toda marcha la carretera cuajada de brillos que te rompen los ojos y traspasan los parpados para grabarse más allá de la conciencia. 
Las estrellas fugaces pasan derecho a través del barco, pero si se encuentran con la niebla de unos ojos cerrados, se detienen a bailar en ellos antes de continuar la carrera de estirar el manto nocturno alrededor del mundo, justo a tiempo para que nuestras vidas continúen con un poco menos de brillo, que es la renta que nos cobran las luces al dormir. 

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