sábado, 4 de abril de 2015

Innovación

El tema de ahora es la innovación. ¿Cómo?
¿Cómo puedo lograr que cien personas pierdan las barreras mentales de su educación y adopten un pensamiento evolucionado? ¿La creatividad es un don común?
Debemos pensar en ideas inspiradoras. Si el mayor valor de la era en la que vivimos son las ideas, tener una idea que inspire a otros a tener ideas es como tener una gansa ponedora de huevos de oro.
La idea de innovación probablemente nos haga pensar en cosas salidas del molde, técnicas aún no descubiertas o inventos nunca antes visto, pero lo cierto es que alguien ya se tomó la molestia de descubrir la pólvora por nosotros. La creatividad consiste en tomar lo que existe y transformarlo en algo nuevo o diferente, pero sobre todo útil. Por eso la innovación es atemporal: siempre habrá algo que mejorar, siempre habrá algo que transformar, y la primera pieza del dominó la encontraremos en lo más impensablemente básico, como saber que todo lo que sube tiene que bajar.
Necesitamos redescubrir la comunicación.
Existen nuevas herramientas, nuevas tendencias y nuevas experiencias, pero aún no hemos evolucionado lo suficiente para entender cómo usar estas herramientas en pro del desarrollo humano.
Tenemos la posibilidad de saberlo todo y de conectarlo todo, sin embargo la ignorancia es cada vez mayor y las personas están cada vez más encerradas en sus burbujas de pretensión.
La virtualidad está derrotando a la realidad.
Recordemos lo real, volvamos a la naturaleza, despertemos en un mundo básico al menos por un segundo. Un mundo sin globalización.
Ahora parece imposible de imaginar, pero la humanidad sobrevivió millones de años dependiendo de la aburrida, simple y tangible realidad material. El desafío es rescatar la comunicación de aquellas épocas, directa y sencilla, y engranarla con nuestras nuevas herramientas comunicativas, sin olvidar que estas son solo eso, herramientas, lo mismo un celular que una computadora, que un marcador, que una pizarra.
No nos conformamos con creer en un dios polémico, así que inventamos una entidad igual de mística, intangible e infinita: el internet, la conexión de las mentes humanas en el mundo.
Como la religión, el internet es el último placebo.
La idea de una rebelión desde la comodidad del escritorio cautivó a más de uno, por lo que las pancartas y los megáfonos están siendo reemplazados por posts y más posts que algunos interesados comparten entre sí con desinterés. Los movimientos sociales se están sentando detrás de una pantalla, resumiendo sus protestas en una página de internet.
Nuestras mentes ahora pueden viajar hasta el infinito con solo tener acceso a la web. La cantidad de información que contiene es tan grande e infinita como las estrellas en el cielo. Si pensamos en el internet como un mar y en nuestra computadora como un barco, podría decirse que nuestro ser virtual navega mucho, está todo el día de aquí para allá en las aguas del conocimiento y la conectividad, pero y nuestro cuerpo, nuestro verdadero cuerpo, qué hace?
La humanidad está más quieta que nunca, pendiente solo de lo que le interesa saber. Arriba el hedonismo y la ignorancia. Lo que no me interesa está a un click de desaparecer.
La opinión pública está globalizada y ahora todos podemos decir lo que pensamos. Nuestras voces podrán oírse en cualquier parte del mundo y nuestro mensaje viajará por la galaxia, pero sin embargo es tan insignificante…
El sistema jerárquico nos atrofió el entendimiento. Estamos acostumbrados a tener pocas fuentes de información, en las cuales debemos confiar ciegamente, pero ahora resulta que hay muchísima información de una infinidad de fuentes, los puntos de vista aumentaron en millones y la confusión es total.
El mundo no está preparado para el comunismo intelectual. Estamos viviendo el oscurantismo invertido, la era de la sobre exposición: en vez de privarnos del conocimiento y mantenernos en la sombra, nos arrojan toda la luz, toda la información, para que nos encandile y no sepamos qué hacer con ella.
A pesar de todo, los filósofos de la antigüedad siguen teniendo razón. Pasarán los siglos y las eras, pero lo que pondrá al hombre en marcha hasta la eternidad será la duda.
La innovación nace en lo básico: por qué y para qué. La raíz de todas las respuestas. La duda metódica es la madre de los inventos y jamás pasará de moda. La solución a nuestros problemas, la tan buscada innovación, solo requiere que nos cuestionemos algo y empecemos a explorar en busca de respuestas.

Dudo, luego existo. Es un mundo de infinitas preguntas e invisibles respuestas. 

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