jueves, 7 de diciembre de 2017

Crítica de Cine - Tareita de la U - 3

Trabajo Práctico #3

Crítica Cinematográfica

Yvy Maraey: Cada cuadro, una pieza de arte


“Y tú, ¿de qué color ves el mundo?”, pregunta la niña guaraní. “Lo veo igual que tú”, responde el hombre blanco. “¿Y tú qué sabes cómo veo yo el mundo?”, responde ella. Yvy Maraey es la película sobre un hombre blanco que viaja al corazón del pueblo guaraní para encontrarse en sus diferencias y reconocerse ante el espejo del Kandiré (viaje de autoconocimiento a partir de la mirada y el oído del otro), extrapolando la concepción del mundo globalizado contra la visión guaraní de este gran tambo de estrellas.

Yvy Maraey es la historia de un cineasta que, motivado por la filmación de unos guaraníes salvajes en el Chaco Boreal, realizada en 1910 por un explorador sueco, se aventura hacia el sureste del país en compañía de un dirigente guaraní que lo guiará por el Chaco y le ayudará a investigar sobre el remoto pueblo guaraní. El viaje es realizado en un moderno y lujoso Jeep, representante del apego a lo material del hombre blanco, el cual servirá para mostrar el choque cultural entre ambas partes y a la vez, la identidad de cada uno.

Yvy Maraey es dirigida y protagonizada por Juan Carlos Valdivia, quien hizo un estupendo trabajo tanto en dirección como en actuación, recibiendo distintas premiaciones. Valdivia es un reconocido director de cine boliviano, autor de películas como Jonás y la Ballena Rosada, American Visa, Zona Sur, entre otras.

El tema tratado es ambiguo y complicado de descifrar, pero mirando con atención y haciendo una lectura reflexiva de la realidad del pueblo guaraní y las personas que viven actualmente en el Chaco Boreal, se puede considerar que Ivy Maraey trata sobre la conservación de una cultura aislada, tanto geográficamente como en población. El Chaco Boreal es una zona enorme de clima inclemente, escenario de la Guerra del Chaco, donde los soldados murieron de sed y no necesariamente por las balas. Actualmente existen distintas comunidades, pequeñas y muy alejadas unas de las otras, sin carreteras, que viven con sus tradiciones guaraníes prácticamente intactas. No salvajes en taparrabo, como esperaba ver Valdivia, pero sí gente muy humilde que vive con su propia cosmovisión, bajo sus propios códigos y reglas. Esta película trata de las diferencias entre este pueblo fascinante y nosotros, y de lo mucho que podemos aprender de ellos.

Con respecto al guion, creo que es algo flojo y le cuesta comunicar su mensaje. Es una película que tendría que ser vista varias veces para entender todo lo que el director trataba de comunicarnos, pero en sí, durante los minutos que dura el rodaje, no sucede mucha acción, sino que es más bien contemplativo y reflexivo.  El punto de la película no se entiende hasta el final, el mero final, y sospecho que el hecho de tener el apoyo del director ayudó a entenderla, cosa que quizás no hubiera logrado viéndola en el cine.

Los pocos actores que actúan, hacen una interpretación lo mejor posible, conociendo el estado de la actuación en Bolivia, que por alguna razón, flaquea mucho más que los aspectos técnicos e incluso de guion. Las actuaciones más rescatables son las de Valdivia y su coprotagonista, quienes hicieron su mejor actuación dentro de las comodidades de un guion poco exigente en dramaturgia. Así mismo los otros personajes, con pocos diálogos, apariciones fugaces y planos abiertos. Cabe rescatar que todos los extras no estaban actuando, sino que se hacían fiestas y ceremonias auténticas del pueblo guaraní, con las bebidas y toda la parafernalia, y se filmada a la gente haciendo algo real.

Lo más rescatable de la película es la fotografía y la música. En esta película, cada toma es una pieza de arte. Es una película altamente turística, pues la fotografía se luce mostrando la belleza e inmensidad del paisaje, el colorido de la cultura, la inclemencia del clima y toda esa atmósfera mágica en la que vive envuelto el pueblo guaraní. Hace uso de planos sostenidos y planos secuencia, movimientos de cámara envolventes y cuadros fijos que permiten admirar la belleza desde dentro de la imagen.

Como representante de cine boliviano resulta excelente porque realmente logra mostrar la belleza geográfica del lugar, la profundidad de la cosmovisión guaraní y la riqueza de su cultura, llena de arte rudimentario y poesía sabia.

En conclusión, Yvy Maraey es una película que merece ser vista con una mirada abierta y más allá que la del cine de entretenimiento. Es una película realista que muestra la vida del pueblo guaraní tal y como es, con un mínimo de actuación, donde se cumple el objetivo del director: dar a conocer la cultura guaraní y la belleza que trae consigo.


Puntuación: 4 de 5

2 comentarios:

  1. Si te gustó ese tópico, deberías leer la vida de los indios de Erland Nordenskiold. Es un libro sobre un gringo que se adentra en la vida de los indios, de hecho es su diario. Es muy hermoso e inocente, seguro te gustará. Un saludo!

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