viernes, 20 de octubre de 2017

Relato alto

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Dice que cuando yo tenía cuatro años, mi mamá nos dejó. Ahí, mi papá se quedó muy triste.

Antes, dice que mi papá se vino a estudiar a Santa Cruz porque dice que quería ser profesor. ¿De qué? No sé de qué quería ser profesor, pero estudiaba para ser profesor y se casó con mi mamá y todo; pero dice que se puso muy triste cuando lo dejó por otro y no quiso estudiar más.

De ahí mi padre se dedicó a vagar por un tiempo, hasta que conoció a una mujer floja, floooja, que esa sí que fue su maldición. Como era floja y mucho lo fregaba a mi padre, él le pegaba pues. A cada rato le pegaba. De ahí, mi padre se metió a vender lotes, pero le fue mal porque no los pudo vender.

Y peor le fue cuando lo denunciaron. Lo que pasa es que esta mujer de mi padre tenía un hijo de antes, pero mi padre pues es maaal padrastro. Todo el día le pegaba al peladito. Feo le pegaba, con chicote de tres paltas. Y no fue la mujer la que lo denunció. Fueron los vecinos, que lo escuchaban cómo le pegaba al niño. Y no lo metieron preso ni nada; fue para sacarle plata nomás.


Yo, por suerte, siempre viví ahí con mi abuela. Ahora trabajo en el restaurante de mi tía, una pollería. A mí me pagan cuarenta bolivianos el día. ¿Bien, no? Y el cuarto cuesta diez. 

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