Dos duraznos maduros asoman entre el
follaje de la primavera. Nada más dorado y dulce que tus manzanas en el verano.
Y detrás de las cortinas de seda y
crepé, el núcleo florece y escarba los tejidos que bañan tu amanecer.
Quiero morirme y que mi
tumba adornen tus rosas.
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