Sepia. Mate. Colores
con tonos amarillentos, algo opacos, de pronto empiezan a tomar brillo, a beber
luz y de pronto se integra el verde, el celeste extraño del cielo tras las
gafas. Todo está perfecto y la brisa que apenas sopla mantiene la frescura de
las tormentas anteriores.
Todo son visiones y
esas visiones atraen pensamientos, danzan con las melodías que solo escucha el
protagonista de este viaje y vuelven a salir, se desbordan por sus ojos y se
fusionan con nuevas visiones para crear nuevas ideas.
Todo es bello: la
cáscara de guineo en el piso tan cómicamente acomodada, los cuatro hombres
acomodando el cartón que representa a una lata de cerveza gigante –Kaiser, como
César- el supervisor de obra que les saca fotos con su teléfono, la brisa que
apenas sopla para conservar la frescura de las tormentas anteriores.
El micro va rápido y
se detienen en las sombras de los árboles para que el sol no perjudique a la
perfección, los asientos no están vacíos pero hay suficiente espacio para
entrar y ser parte de la belleza de la vida que no deja de sucederse en este
particular día de Marzo en el que parecía que todo saldría mal.
¿Dónde te fuiste? Cada
ocio que pasa y que se suma a otro me hace sentir cada vez más usual, más
promedio, un ente gris en un mundo gris: el gris nunca es el mismo, pero es
gris al fin.
Ya no hay más días
perfectos, llueve mucho, hace frío y las letras no fluyen nada; cada día que
pasa soy más normal y estoy más lejos.
Y dudo.
Dudo de todo lo que me
quita esa pizca de algo más, de todo lo que me aleja de ese estarme ideal, que
es sufrir por la vida y reconocerla como difícil.
Empiezo a creer que
para gozar hay que perder un poco el optimismo, pues si pierdo el tiempo
creyendo que cada tiempo libre se hizo para perderlo, y si me consuelo sumando
todas mis labores y restando mis descansos, entonces nunca voy a avanzar, y
exagero porque sin ese componente no hay acción. Los términos medios no son
urgentes.
Para escribir con
tinta sangre del corazón es necesario sangrar, dejar de lado el pensamiento de
que vendrán días mejores y vivir este momento oscuro con todo el respeto que se
merece, para escribirle una oda a la luz de una vela y releerla contenta a la
luz del sol radiante.
Escribir no es un
hobbie feliz, es una vocación ingrata que te encuentra sin siquiera haberla
buscado, pero si le das la espalda y ella a vos, se va con una parte de tu
alma.
Me siento inútil, he
ahí esa parte de mi alma que se perdió por un tiempo.
Estas no son las
letras limpias y sentidas que presumía con orgullo tener, estos son sólo unos
monos atados, letra de palo desesperada, para expresar tanta tranquilidad desoladora
que tiene menos color que estos días nublados.
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