Al principio, cuando
era niña, cada año era un mundo nuevo, pero desde cierto punto, los años
empezaron a convertirse en ciclos que varían en función a la madurez que voy
adquiriendo.
Una o dos veces al
año, desde hace tres años, me enfermo gravemente, así como una o dos veces al
año, desde hace tres años, cometo un gran error con terribles consecuencias,
casi siempre del tipo ilegal.
El ciclo de las
enfermedades y los errores se rompe con el último, cuando el error es tan
drástico y la pérdida tan valiosa, que no quedan ganas de volver a pecar en el
resto de la vida. Suena a exageración, pero la conciencia queda atenta a
cualquier oportunidad de meter la pata, claro, para evitarlo.
En cuanto a las
enfermedades, van a aparecer hasta que me convierta en una mujer que sabe
cuidarse y prevenir, luego voy a estar parcialmente sana por una o dos
décadas, y luego la vejez se encargará
de lo demás.
Desde hacen siete
años, tengo uno o dos grandes amores por año, y con todos ellos he soñado un
futuro encantador que nunca llega a
destino.
El ciclo de los amores
anuales ya acabó, ese sí con certeza, cuando dejé de soñar y empecé a
construir.
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