miércoles, 8 de agosto de 2012

Con el Simon y el Garfunkel


Alguien me dijo que todo está pasando en el zoológico. Nunca se me ocurrió pensar que mis cortinas pudieran verme, pero me parece que entre sus tejidos traslucidos empiezan a nacer ojos, acaso de cebras, acaso de cucarachas iluminadas que recuperaron la visibilidad al tiempo que la dignidad.
Miles de colores, tonos vivos y muertos, cromos bailarines y parapléjicos. Esos equinos rayados, con la sobriedad de su blanco y negro, son una fiesta retro con bolas de espejo y el estampado que hasta estos días causa sensación. Estos, mis días de dulce entrevero de horas de dulce tragedia con horas, más horas, de inmensurable calma. ¿Que qué prefiero?  Mi vida, por supuesto, esta que me tocó y desde siempre tuvo la gracia de ser iluminada por una estrella que a su vez es un gran planeta. También depende de cómo uno lo mire, no? Quizás en este lado del mundo le llamamos lucero, quizás en Guinea le llaman dios, quizás en Marte le llaman hermano, quizás Cheru le llama sobrino.
Tiempo, tiempo, tiempo es todo lo que todos nosotros necesitamos, para bien o para mal, para construir o destruir. No hay justicia mayor que la del tiempo, siendo este el fenómeno más preciso e imperturbable que existe, y a pesar de la ley de la relatividad, el reloj no miente: él pasa igual para todos.
Malas noticias, se acabó la gasolina pero sobran las ganas, tengo el espíritu todo groove y las palabras se empezaron a trabar tal como el rollo fotográfico que con tanta facilidad enrolló el experto. Pareciera que el solo hecho de saber lo que hace le cede el permiso de lograrlo, pues a pesar de hacer exactamente lo mismo que nosotros, él no tuvo el menor problema liándolo.
Tan linda la música country, la música! Pobres aquellos que no la valoran, y más aun los que nunca han tenido la gracia de disfrutarla. Ha de ser que esas personas en verdad no tienen alma o la han hecho morir de inanición.
Himno a las lágrimas, existes? Te invoco, te necesito. No recuerdo la última vez que lloré, pero empiezo a considerarla antinatural esta aridez de mis ojos; ganas y motivos no me han faltado pero quizás preciso algo más.

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