lunes, 11 de diciembre de 2017

Tareita de la U - Crítica de Cine - 4

Trabajo Práctico #4

Crítica Cinematográfica

“Blade Runner, una experiencia para la Pantalla Gigante”


Todo comenzó con un ojo claro, de pestañas albinas, que inundaba la enorme pantalla 2D del Multicine, en el Centro Comercial Las Brisas.

La película: Blade Runner 2049. La única función subtitulada disponible: 10 de la noche. El día: martes. Llegamos con unas dos horas de anticipación al centro comercial, lo que nos permitió escoger nuestras butacas en una sala de cine totalmente vacía. Grande fue nuestra sorpresa cuando, al ingresar a la sala, notamos que solo había una pareja más. Quizás por el día, por la hora, por el hecho de que la película estaba en su idioma original o por la misma saga de Blade Runner, poco popularizada en nuestro medio, estas cuatro personas tuvimos la suerte de disfrutar de la película en la silenciosa inmensidad de la sala.

Blade Runner 2049 es una película que debe ser vista en una buena sala de cine. Sus paisajes surreales, recorridos en autos voladores y toda la riqueza en innovación de este mundo futurista se saborean al más sublime detalle gracias no solo a la inmensidad de la pantalla, sino, sobre todo, a la narrativa pausada que permite al espectador zambullirse en cada toma y apreciar realmente lo que se le muestra.

El sonido es el elemento más poderoso de esta película: envolvente, dramático, tenaz. Más de una vez me sorprendí dando un saltito de susto sobre mi asiento por el fuerte contraste entre el silencio del suspenso y el inminente ruido de la acción. La banda sonora era cómplice fiel de la narrativa pausada, pues estiraba los momentos de tensión y reflexión del protagonista, al punto de lograr ponerme la piel de gallina mientras las respuestas acudían a la cabeza del personaje.

Sumado a la fotografía, Blade Runner goza de una fuerte belleza arquitectónica, tanto en las tomas totalmente construidas en computadora, como en los escenarios reales. La innovación y el diseño van de la mano en esta película para mostrarnos espacios futuristas como la nueva Los Ángeles, totalmente encapsulada en bloques y bloques de pantallas publicitarias, o las oficinas de Wallace Corporation, que gozan de verdadero preciosismo minimalista. En contraste, lugares de total decadencia como el basurero en el que se encuentra el orfanato o, en general, los exteriores de la ciudad: un mundo revelado como invivible.

Otro punto remarcable de Blade Runner es su iluminación, que juega un papel especialmente importante en las oficinas de Wallace, con una luz oscilante que se hace cómplice de la trama para ocultar y revelar. Una iluminación construida desde las sombras, puesta en función a las emociones del espectador, acentuando el contraste y la tensión.

En cuanto a trama, conviene haber visto la precuela y tener un conocimiento basto de la saga, ya que durante la película se abarcan muchos temas propios de este mundo de androides, así como se muestran muchos personajes y conflictos entrecruzados que para un espectador como yo, sin conocimiento previo, resultan muy confusos, pues no se da mayores explicaciones.

Blade Runner 2049 dura 163 minutos (casi 3 horas), lo que puede volverla pesada y aburrida, sobre todo por su estilo de narrativa lento y altamente reflexivo, con menos escenas de acción de las que podrían esperarse en esa duración de película. Pero para un amante del cine capaz de apreciar la belleza de la imagen y el sonido, más allá de la acción, es una obra de arte.

Puntuación: 4.5      

jueves, 7 de diciembre de 2017

Crítica de Cine - Tareita de la U - 3

Trabajo Práctico #3

Crítica Cinematográfica

Yvy Maraey: Cada cuadro, una pieza de arte


“Y tú, ¿de qué color ves el mundo?”, pregunta la niña guaraní. “Lo veo igual que tú”, responde el hombre blanco. “¿Y tú qué sabes cómo veo yo el mundo?”, responde ella. Yvy Maraey es la película sobre un hombre blanco que viaja al corazón del pueblo guaraní para encontrarse en sus diferencias y reconocerse ante el espejo del Kandiré (viaje de autoconocimiento a partir de la mirada y el oído del otro), extrapolando la concepción del mundo globalizado contra la visión guaraní de este gran tambo de estrellas.

Yvy Maraey es la historia de un cineasta que, motivado por la filmación de unos guaraníes salvajes en el Chaco Boreal, realizada en 1910 por un explorador sueco, se aventura hacia el sureste del país en compañía de un dirigente guaraní que lo guiará por el Chaco y le ayudará a investigar sobre el remoto pueblo guaraní. El viaje es realizado en un moderno y lujoso Jeep, representante del apego a lo material del hombre blanco, el cual servirá para mostrar el choque cultural entre ambas partes y a la vez, la identidad de cada uno.

Yvy Maraey es dirigida y protagonizada por Juan Carlos Valdivia, quien hizo un estupendo trabajo tanto en dirección como en actuación, recibiendo distintas premiaciones. Valdivia es un reconocido director de cine boliviano, autor de películas como Jonás y la Ballena Rosada, American Visa, Zona Sur, entre otras.

El tema tratado es ambiguo y complicado de descifrar, pero mirando con atención y haciendo una lectura reflexiva de la realidad del pueblo guaraní y las personas que viven actualmente en el Chaco Boreal, se puede considerar que Ivy Maraey trata sobre la conservación de una cultura aislada, tanto geográficamente como en población. El Chaco Boreal es una zona enorme de clima inclemente, escenario de la Guerra del Chaco, donde los soldados murieron de sed y no necesariamente por las balas. Actualmente existen distintas comunidades, pequeñas y muy alejadas unas de las otras, sin carreteras, que viven con sus tradiciones guaraníes prácticamente intactas. No salvajes en taparrabo, como esperaba ver Valdivia, pero sí gente muy humilde que vive con su propia cosmovisión, bajo sus propios códigos y reglas. Esta película trata de las diferencias entre este pueblo fascinante y nosotros, y de lo mucho que podemos aprender de ellos.

Con respecto al guion, creo que es algo flojo y le cuesta comunicar su mensaje. Es una película que tendría que ser vista varias veces para entender todo lo que el director trataba de comunicarnos, pero en sí, durante los minutos que dura el rodaje, no sucede mucha acción, sino que es más bien contemplativo y reflexivo.  El punto de la película no se entiende hasta el final, el mero final, y sospecho que el hecho de tener el apoyo del director ayudó a entenderla, cosa que quizás no hubiera logrado viéndola en el cine.

Los pocos actores que actúan, hacen una interpretación lo mejor posible, conociendo el estado de la actuación en Bolivia, que por alguna razón, flaquea mucho más que los aspectos técnicos e incluso de guion. Las actuaciones más rescatables son las de Valdivia y su coprotagonista, quienes hicieron su mejor actuación dentro de las comodidades de un guion poco exigente en dramaturgia. Así mismo los otros personajes, con pocos diálogos, apariciones fugaces y planos abiertos. Cabe rescatar que todos los extras no estaban actuando, sino que se hacían fiestas y ceremonias auténticas del pueblo guaraní, con las bebidas y toda la parafernalia, y se filmada a la gente haciendo algo real.

Lo más rescatable de la película es la fotografía y la música. En esta película, cada toma es una pieza de arte. Es una película altamente turística, pues la fotografía se luce mostrando la belleza e inmensidad del paisaje, el colorido de la cultura, la inclemencia del clima y toda esa atmósfera mágica en la que vive envuelto el pueblo guaraní. Hace uso de planos sostenidos y planos secuencia, movimientos de cámara envolventes y cuadros fijos que permiten admirar la belleza desde dentro de la imagen.

Como representante de cine boliviano resulta excelente porque realmente logra mostrar la belleza geográfica del lugar, la profundidad de la cosmovisión guaraní y la riqueza de su cultura, llena de arte rudimentario y poesía sabia.

En conclusión, Yvy Maraey es una película que merece ser vista con una mirada abierta y más allá que la del cine de entretenimiento. Es una película realista que muestra la vida del pueblo guaraní tal y como es, con un mínimo de actuación, donde se cumple el objetivo del director: dar a conocer la cultura guaraní y la belleza que trae consigo.


Puntuación: 4 de 5

lunes, 4 de diciembre de 2017

Vivir una noche de muchas noches

Reseña del libro Una Noche Más en Sociedad

De Leonardo Nicodemo Asturizaga


Infidelidad, alcohol, pobreza, engaño, oportunidades y faltas de, trabajos sucios y opacas luces de esperanza. De eso se trata Una Noche Más en Sociedad.

El libro de cuentos de Leonardo Nicodemo Asturizaga me hace pensar en esa frase que dice “Al final, la persona que fuiste se encontrará con la persona que pudiste haber sido”.

Es un mar de desilusiones donde se exploran los puntos más agrios del humano, como Dos Viejos Amigos, sacerdotes que ya en la tercera edad se pelean por una mujer infiel.  Aspiraciones de ser lo que uno nunca podrá, como Cuando No Fui Yo, el día más feliz de su vida, portando la identidad de otra persona; Un Clásico, el padre que se propone ser el mejor padre del mundo cuando ya es muy tarde porque solo le importan los culos enormes de todas las culonas, O Una Noche Más en Sociedad, cuento que le da nombre al libro y que retrata todo un esquema de crisis social en el junte de 4 chicos, uno de ellos siendo obligado a beber.

En la pobreza y la soledad se encuentran las historias más injustas, sobre todo al contrastarlas con la sombra del estatus social, como descubriendo lo que es Trabajar, o decidiendo Quién Limpia El Baño, donde los guantes de goma se reparten entre los de la base de la pirámide, mientras que las tetas van escalando de supervisor en gerente.

Por otro lado, vislumbramos atisbos de algún tipo de esperanza, para bien o para mal, como en La Tierra de las Oportunidades, que otra vez se trata de tetas, de una rubia y de tener la suerte de acceder a ella por un módico precio, o como ironías en las que no se sabe dónde queda la suerte, como con el Omega, que después de ser clase media, muy rico y luego muy pobre, murió derrotado por su propio enemigo.

Con este libro podemos hacer una pasada por debajo de las alfombras de la gente común de La Paz,  y de todas en general. Me mueven las exageradas diferencias de realidades personales y las extrañas similitudes que encuentro en la forma de sentir, como un eco que responde desde lo profundo de nuestra humanidad.

En lo que a letras concierne, creo que el autor podría animarse a ser un poco más coloquial, dado el estilo de su narrativa, pues se siente una escritura rígida que suele dar descripciones innecesarias.
Por otro lado, considero una pena que todos los protagonistas sean varones, dejando a las mujeres para esposas infieles o víctimas de infidelidad, novias de paso, posibles agarres que se quieren suicidar, chotitas que avanzan con el culo, putas, prostitutas y otras canciones de Sabina. La única que puedo considerar protagonista es Federica C., madre de Rufus, madre sufrida, por supuesto, como tienen que ser todas las madres que visitan estas páginas.


Agradezco, sin embargo, que haya llegado este libro a mis manos para mostrarme los portales de la cotidianidad a la que nos inmiscuye Leonardo Nicodemo, a quien felicito mucho por su obra. 

lunes, 30 de octubre de 2017

viernes, 20 de octubre de 2017

Relato alto

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Dice que cuando yo tenía cuatro años, mi mamá nos dejó. Ahí, mi papá se quedó muy triste.

Antes, dice que mi papá se vino a estudiar a Santa Cruz porque dice que quería ser profesor. ¿De qué? No sé de qué quería ser profesor, pero estudiaba para ser profesor y se casó con mi mamá y todo; pero dice que se puso muy triste cuando lo dejó por otro y no quiso estudiar más.

De ahí mi padre se dedicó a vagar por un tiempo, hasta que conoció a una mujer floja, floooja, que esa sí que fue su maldición. Como era floja y mucho lo fregaba a mi padre, él le pegaba pues. A cada rato le pegaba. De ahí, mi padre se metió a vender lotes, pero le fue mal porque no los pudo vender.

Y peor le fue cuando lo denunciaron. Lo que pasa es que esta mujer de mi padre tenía un hijo de antes, pero mi padre pues es maaal padrastro. Todo el día le pegaba al peladito. Feo le pegaba, con chicote de tres paltas. Y no fue la mujer la que lo denunció. Fueron los vecinos, que lo escuchaban cómo le pegaba al niño. Y no lo metieron preso ni nada; fue para sacarle plata nomás.


Yo, por suerte, siempre viví ahí con mi abuela. Ahora trabajo en el restaurante de mi tía, una pollería. A mí me pagan cuarenta bolivianos el día. ¿Bien, no? Y el cuarto cuesta diez. 

miércoles, 4 de octubre de 2017

Crítica de Cine - Tareita de la U - 2

Trabajo Práctico #2
Crítica de cine

Hard Candy: La riqueza del detalle

Todo comienza con los detalles: Una torta de chocolate, labios manchados y unos dedos ajenos que vienen a limpiarlos. Hard Candy está hecha para atrapar los sentidos del espectador desde el plano detalle, donde lo erótico y lo inocente se mezclan de forma perturbadora, de la mano de una joven de catorce años buscando desenmascarar a un posible pedófilo que conoció en internet.

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El argumento trata de Hayley Stark (Ellen Page), una chica de catorce años que conoce a Jeff Kohlver (Patrick Wilson) en internet y, después de tres semanas conversando, lo cita en un café. Él es 18 años mayor que ella y trabaja como fotógrafo de modelos, siendo menores de edad sus principales fotografiadas. Coquetean un poco en el café, siendo él sugerente y ella provocativa, como un conejito que va corriendo a una trampa (como se expresa en el poster de la película). Sin muchos preámbulos, terminan en el departamento de Jeff y Hayley busca el vodka en su heladera para ponerle más diversión al asunto. Cuando todo parece conducir al desastre, ambos personajes ebrios y Hayley sacándose la ropa con movimientos sensuales, pidiéndole que le saque fotos, Jeff se desmaya, despertando a una nueva realidad en la que Hayley tiene el control, él está amarrado y ella busca por todo su departamento pruebas de que él es un pedófilo. El resto de la película transcurre en el sofisticado departamento de Jeff, quien sufre una serie de torturas por parte de la maquiavélica señorita hasta llegar al extremo.

Hard Candy es la primera película del director británico David Slade, quien inició su carrera como director con videos musicales, produciendo para bandas como Muse, System of a Down y Stone Temple Pilots. De ahí su insistencia con los detalles y los sentidos, y el uso de efectos especiales de movimiento que hubieran quedado mejor en videos musicales que en una película.

Hard Candy es una película de suspenso que trata el tema de la pedofilia, los secuestros infantiles y las violaciones que se originan a través de conocer extraños en internet. Fue estrenada en el año 2005, año en el que estaba muy de moda conocer extraños en salas de chat, por lo que se dieron muchos casos de secuestro infantil en todo el mundo, en especial Estados Unidos. Por lo tanto, la película está dirigida a quienes podrían ser posibles víctimas de estos crímenes, ya que es conducida por una adolescente de catorce años que recurrentemente utiliza frases cliché que una madre siempre le dice a sus hijas: “no aceptes nada de tomar de un extraño, no vayas a la casa de un extraño, avisa a tus familiares donde están”. Al principio, Hayley repite estas frases como una niña inocente que cree que sus padres exageran, pues hace todo lo contrario a estos consejos, pero termina resultando en que fue Jeff quien debió haberse cuidado mejor.

En cuanto a guion, el tema central es bueno e importante dentro de su contexto, con un mensaje poderoso para la sociedad en busca de prevenir estos crímenes. Las escenas se desarrollan con un orden cronológico, manteniendo siempre el suspenso, y todo transcurre en dos días. La película conduce tus sentidos a entender lo que está pasando sin necesidad de escuchar los diálogos. Hay una niña coqueta y un adulto con mirada obscena, riqueza en los detalles del rostro, los ojos, los labios. Al principio se ve un cartel de “desaparecida” que ya anuncia lo que viene después. Cuando la trama se vuelca y Hayley tiene el control, los detalles continúan, pero esta vez, ella tiene la mirada despiadada y él tiene súplica, miedo y arrepentimiento. Los diálogos son entendibles y reconocibles dentro del contexto de la película por el uso de frases clichés, pero al fin y al cabo, eso es lo que hacen las personas cuando mienten, usar clichés. La película hace un buen trabajo en mantener la tensión gracias a los puntos de giro violentos y a que no se sabe realmente a dónde quiere llegar la protagonista con su accionar. Sin embargo, el desarrollo de las acciones llega a perder credibilidad cuando la protagonista parece más una detective del FBI que una simple adolescente. Ella lleva la delantera en todo, incluso cuando Jeff ya se liberó de sus ataduras. Ella está un paso adelante y tiene tiempo suficiente para fingir una castración con un vhs de medicina, fingir que se va a bañar para luego atacar a Jeff con un torito eléctrico, colgarlo con una soga del techo de su cocina, luego atar la misma soga en el techo de la casa… cuando la protagonista adquiere súper poderes, el guion se desmorona. Existe un personaje totalmente innecesario (la vecina japonesa), que es utilizado solo para asustar al espectador, para que crea por un segundo que ella podrá rescatar a su vecino, pero nada más. La película alcanza su pico de tensión después del primer punto de giro, cuando descubrimos que ella no era una inocente niña y que tiene el poder de hacer lo que quiera con ese hombre. Luego se va aflojando, como quizás se aflojaron las ideas de los guionistas que ya no sabían qué hacer con estos dos personajes metidos en un departamento y solo comenzaron a inventar situaciones que generarían tensión, como la falsa castración o las amenazas de Hayley de mandarle mails al amor de la vida de Jeff.

La actuación de ambos es excelente, sobre todo de Ellen Page, que logra cambiar de un inocente conejito a lobo feroz. Hay una ensalada de emociones brotando de ambos actores, entre erotismo, miedo, desesperación, satisfacción, todas estas expresiones captadas con sublime detalle.

Otro punto muy importante de la película es el arte y la escenografía. El departamento de Jeff es un personaje más en la historia. Su dormitorio es totalmente rosado, dando la sensación de que es el lugar donde se profana la inocencia de las menores de edad. El resto del departamento tiene las paredes azul oscuro y rojo intenso, variando los fondos para que combinen con las emociones. Durante la escena de la castración, la cámara se esconde tras una pared roja para no mostrar el miembro de Jeff. Los secretos de Jeff estaban debajo de piedras, como una tumba bajo lápida.

Hard Candy es una buena película, con muy buenos actores y un tema central de alta relevancia para la sociedad, aunque la construcción del guion es floja y poco creíble dentro de los sucesos de la película. Se valora en especial la fotografía, que hace gala de los detalles, los planos expresivos y los movimientos precisos para mantener la tensión; así como también la escenografía, que es capaz de cobrar vida propia con su fuerte identidad.


Calificación: 4 sobre 5

sábado, 26 de agosto de 2017

Crítica de Cine - Tareita de la U

Trabajo Práctico #1
Crítica Cinematográfica

T2: Trainspotting, la nostalgia al desnudo

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Crónica:
T2 es la secuela de la película de culto Trainspotting (1996), que narra en primera persona la vida de un adicto a la heroína en el punto de su vida en que decide dejarla y ser mejor.
Trainspotting termina con la imagen sonriente del protagonista, Renton, que se va caminando con 16 mil libras en una mochila que les robó a sus amigos, Spud, Sick Boy y Begbie, después de que vendieran una gran cantidad de heroína para conseguir el dinero.
Un gran final abierto que solo anuncia que Begbie terminaría en la cárcel y que Renton, quizás, finalmente, “escogería la vida”, como se iba recitando a sí mismo mientras caminaba hacia su futuro.

T2 inicia con escenas de Amsterdam, el ahora presente de Renton, 20 años más tarde. Vemos a Renton probando que, efectivamente, escogió la vida, pues se encuentra corriendo sobre una caminadora en un gimnasio, rodeado de muchas otras personas con seguro dental. De pronto, imágenes de su sonriente rostro adolescente se entremezclan con sus pasos en la caminadora y, quién diría que la nostalgia podía pegar tan fuerte, se termina desmayando.

Acto seguido, Renton se corta el pelo al estilo de la primera película y toma un avión para Edimburgo, donde lo espera todo su pasado y un cómodo cuarto de hotel, pues podrá ser su hometown, pero él ya no pertenece aquí.
De igual manera nos enteramos qué pasó con el resto de los personajes, siendo Spud el más entrañable, pues parece ser el único que en verdad se esforzó por seguir adelante con una miserable vida mínimamente buena, con una mujer y un hijo. Triste es enterarse de que perdió a la mujer, quien se llevó al hijo. Perdió el empleo por llegar una hora tarde durante quince años y, de esa manera, perdió todos sus sencillos propósitos de vida. Solo le quedaba el círculo de apoyo en la iglesia y la heroína, “la única amiga que no nos ha abandonado”.

Acto seguido, Spud compra dos dosis, escribe una carta póstuma y se dispone a inyectarse la sustancia. Al mismo tiempo, Renton llega a los pies del edificio de Spud, vaya uno a saber si nunca se cambió de casa o si Renton tiene poderes telepáticos para encontrar a sus amigos después de 20 años de ausencia.
Como en una buena película de Hollywood, de esas que ofenden al azar por su derroche de milagros, Renton llega al departamento  de Spud en el piso 13 y se le ocurre sacarle un pedazo de madera a la puerta para ver a su amigo en el piso con una bolsa plástica en la cabeza. Le salva la vida pues, obviamente, entre un mar de vómitos. Spud trata de golpearlo por arruinar su vida y su muerte, se lava la cara y se le pasan todas las ganas de suicidarse. Está más preocupado por saber qué fue de la vida de Renton y decirle que vayan a ver a Simon (actual Sickboy) porque eran demasiado amigos como para no verse.
Por su parte, Simon le está buscando a la vida por todos lados con su novia Verónica y su novia Cocaína. Básicamente es dueño de un bar al que no va nadie, pero le va mejor extorsionando a hombres adinerados con su novia, quien filma actos sexuales mientras ella les da por atrás con un dildo negro gigante. No me imagino cómo será que encuentran justo al tipo de gordo adinerado al que le gusta que le den por atrás, pero el negocio parece funcionar hasta que una de las víctimas descubre que está siendo filmado.
Begbie lleva todos esos 20 años en la cárcel y tiene un plan maestro para escapar. Le pide a su compañero de celda que le atraviese el abdomen con un fierro de tejer, lo llevan al hospital, lo dejan solo y sin esposas porque el azar es milagroso en esta película y escapa dándole un cabezazo a un doctor y poniéndose su uniforme de médico. Escapa así, con la herida abierta que le atravesó todo el abdomen. Se va a la casa de su esposa, sube por la ventana, todo. La herida le dura como un día porque nunca más se lo ve adolorido. Ahí, el pequeño Begbie se convierte en la pesadilla de su mujer e hijo, que ahora es todo un muchachote que creció en los tiernos brazos de su madre y no sabe cómo enfrentar al bruto personaje que entró por la ventana.
Como tenía que ser, Renton va en busca de Simon. Sucede una tremenda escena de pelea porque Renton va a jactarse con mentiras de tener una buena vida mientras Simon se victimiza con su no tan patética vida. Al final de la pelea, Renton le da las 4mil libras que le debía a Simon y se va, lo cual deja loco de ira al amigo, quien no deja de maquinar planes que le dice histérico a Verónica. Dice que va a volver a ser amiguísimo de Renton solo para herirlo después. No dice cómo pero se supone que intenta hacerle una herida en el corazón tan grande como la que él le dejo. Cualquier novela mexicana estaría orgullosa de su determinación.
Renton vuelve dos segundos a Amsterdam y luego reaparece en el departamento de Simon, maletas y todo, a confesar que su mujer le pidió el divorcio y que los hijos nunca existieron. Parece que ahora tiene el plan de ser buen amigo porque por un lado lleva a Spud a hacer ejercicio y le dice que “eres un adicto, solo se adicto a algo más”, y por el otro lado roba casas y tarjetas de crédito para hacer un prostíbulo en el que Verónica sería Madame Verónica, la proxeneta. Solo por tener algo que hacer, claro, actividades extracurriculares, tiempo de calidad.
La escena más estúpida de la película sucede cuando se roban un centenar de tarjetas de crédito en un pub de británicos de mediana edad, porque no los dejan ir sin antes cantar una canción. Pude haber visto esa escena en una película familiar con Robin Williams, pero aquí estaban los protagonistas de Trainspotting cantando “no más católicos” ante la ovación estrepitosa de un montón de gorditos protestantes. Y como el azar es milagroso en esta película, salieron en medio de ovaciones, corrieron a los cajeros automáticos y probaron la contraseña 1690 en todas las tarjetas, ya que era el año que les ardía a esos protestantes en la historia de Gran Bretaña. Funcionó, obviamente, y salieron forrados de libras esterlinas.
Acto seguido, compraron mucha cocaína y fueron a celebrar con shots al departamento de Simon, donde hablaron muchísimo de futbol y hasta jugaron futbolín porque nunca es tarde para ser un niño cuando tu mejor amigo de la vida vuelve.
Más rápido que de inmediato, la policía llamó a la puerta de Simon, pero solo se lo llevó a él, a pesar de que Renton y Verónica también estaban ahí. Simon llama a Renton y le dice “necesito un abogado”, y quién más iba a ser sino Diane, el amor de juventud de Renton, la niña menor de edad con la que no pudo tener más que cartas por miedo a problemas mayores. Ahora ella es abogada y parece que hace algo bueno por ellos porque Simon no va de inmediato a la cárcel. De hecho no va nunca a la cárcel, eso parece irrelevante.
Spud, siempre tratando de mejorar su vida, se mete a pasar clases de boxeo y luego remodela un lugar que convierte en su vivienda. Begbie acude al bar de Simon y hablan de que Renton volvió a la ciudad. Begbie se muere por matarlo, así que Simon se convierte en una especie de cómplice para que eso suceda, porque como antes había dicho, quería herirlo. De paso descubrimos que debajo del bar de Simon había una gran plantación de marihuana y varias heladeras llenas de viagra y todas drogas que usted pueda querer. Ese Simon estaba en todas.
Como paseo nostálgico, van al lugar al que alguna vez Tommy los quiso llevar a trotar, para dedicarle unas letras y poner flores debajo de una piedra. En esta escena, Simon le da la estocada mortal, cuando le dice “eres un turista en tu propio pasado”. Uno mismo se siente turista en un pasado ajeno que nos comprometió con la primera versión de esta historia.
Y tanto, tanto, tanto les picó la nostalgia, nuevamente, que Renton y Sickboy se inyectaron heroína, y señor, cuán diferente fue a cuando lo hacían sobre esa alfombra mugrosa, en ese departamento repulsivo donde dejaron morir a la bebé. Ahora están delante del televisor gigante de Simon, con algún video bizarro de youtube, esperando a que la juventud les suba y les sepa igual que en los viejos tiempos. No son más que un par de ancianos de 46 en su midlife crisis.
Se van a un boliche que arruina por completo el soundtrack de la película. Suena Radio Gaga de Queen. Recordemos que la escena de la primera Trainspotting en la que Renton va al boliche es fantástica por la música Trans. Porque la gente está cambiando, la música está cambiando. Ahora uno no se explica qué hacen aquí o si es que por casualidad se fueron a un boliche gay donde un mar de gente ovaciona a Radio Gaga.
En un momento Renton va al baño y porque el azar es milagroso en esta película, está en un cubículo justo al lado de Begbie, sin saberlo. Luego, por cosas de la vida, se enteran de que están lado a lado y comienza la larga persecución, con una escena en un estacionamiento subterráneo que es casi idéntica a la de 7 Cajas (película paraguaya). Ahora todo en la película gira en torno a que Begbie quiere matar a Renton. Verónica conoce a Spud y se hacen grandes amigos, en medio de todo este bodrio. Verónica le dice a Spud que debería ser escritor porque es muy gracioso cuando cuenta sus historias, así que Spud empieza a escribir. Prácticamente escribe Trainspotting, la novela, en sus papelitos amarillos que va colgando por todo su departamento.
Al final, Begbie está a punto de matar a Renton, vienen todos a salvarle la vida, meten a Begbie en la cajuela de un auto y lo dejan en la puerta de la cárcel, donde se quedará para siempre.
Verónica vuelve a su hogar, donde están su mamá y su hijo, a comenzar una vida como no prostituta, con suerte. Spud se hace escritor, ya lo habíamos dicho. Y Renton vuelve a vivir con su papá, a envolverse eternamente en su delicioso manto de nostalgia hasta que suceda algo mejor.
Contexto: La película está ubicada en el año 2017 y hace galas de su actualidad con la calidad del televisor gigante de Simon, los smartphones, las fotos en Instagram, los filtros de snapchat y tanta otra parafernalia que va a ser olvidada en una o dos décadas, tal como ellos.
Trainspotting, la primera, estaba ubicada en el auge de la heroína en el Reino Unido, en especial Escocia, por lo que no era nada raro que estos cuatro muchachos estuvieran involucrados en esta adicción, parte de la decadencia del contexto en el que se encontraban. En esta película, el contexto viene a importar nada. Es solo ahora, la era tecnológica, las reglas más estrictas y la policía más inteligente. A mi parecer, todas las referencias a la era digital y a las redes sociales eran innecesarias. Creo que es un recurso en extremo gastado que le quita elegancia al cine y solo devela que ya nadie, ni los directores de cine, pueden sacar su cabeza del celular.
Análisis: La película habla desde los símbolos, pero de manera precaria, casi como un ejercicio universitario en el que era obligatorio contar una historia haciendo uso de la semiótica. De ahí viene que Spud viviera en el piso 13. Solo una escena es rescatable en cuanto a la significación de la imagen, pero no es gran cosa:

La sombra de Renton sobre la silla, indicando la ausencia de la mamá. En la primera Trainspotting había una escena idéntica. Ahora solo nos recuerda la vuelta al inicio, pero con pérdidas.
La crítica de cinefagos.es hace énfasis en que no hay nada por lo que valga la pena ver la película. Yo la vi porque me gustó mucho la primera y tenía la necesidad de saber qué había sucedido con todos ellos. Me alegré por la historia de Spud, porque es la única que me parece coherente a los hechos. La vida de Simon es una fantasía sin sentido, la vida de Renton es inexistente fuera del manto de su nostalgia y la vida de Begbie fuera de la cárcel es un imposible. Entonces, ¿por qué verla? Y más aún ¿por qué disfruté verla dos veces? Aunque es obvio que la película tiene muchos errores en el argumento y no presenta nada deslumbrante en fotografía o soundtrack, juega con algo que el humano no puede evitar desear: volver al lugar donde uno ha sido feliz. De eso se trata. Pasaron 20 años, sus vidas están arruinadas, pero por dos horas de película, vuelven al lugar donde han sido felices y uno vuelve con ellos, para ser también feliz.
Al final de la película, la reflexión que nos queda es que al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver. Nada era como se lo esperaban, hubieron terribles decepciones y nadie quedó bien parado, solo Spud, gracias a dios, que era lo que todos estábamos esperando.
Valoración: (Sobre 5)
Argumento: 2. Hay cosas tontas, sueltas, sin sentido. Hay partes graciosas y los diálogos se mantienen inteligentes, con el humor negro que les caracterizaba, pero se siente que el guion está flojo y que hay muchas partes de relleno, como la aparición innecesaria de Diane o el pseudo romance que Verónica mantenía con Renton. Por otro lado, es extraño pasársela comparando una película con la otra, siendo que cada película debería tener su propia fuerza, a pesar de ser secuelas, pero no. Trainspotting 2 es como una calca de su primera versión, como encuentre las 7 diferencias, y solo lleva a buscar errores y justificativos de por qué la primera era mejor y por último, era preferible que no hagan la segunda.
Fotografía: 2. Fuera por la escena en la que Renton va con Spud a trotar sobre las montañas escocesas, no tiene nada impresionante ni bello en fotografía.
Soundtrack: 3. Comienza con canciones excelentes, pero lo de Radio Gaga fue un desacierto imperdonable. Además de otras cancioncillas ruidosas que se cuelan en la película por el mal gusto de Simon para buscar videos en youtube.
Dirección: 3. Hay un juego de símbolos en las escenas y hay cosas bonitas como cuando Spud está cayendo del edificio y Simon lo atrapa, pero le falta atar cabos. Y el hecho de que Renton ya no sea el narrador omnipresente de la película también le resta mucho, porque era gran parte de la gracia de la anterior versión.
Puntuación: 2.5
En cuanto a la crítica de cinefagos.es, me pareció bastante dura, diciendo que era una película pésima que provocaba que los espectadores se salieran de la sala a los 20 minutos. No la puedo satanizar como una mala película porque la disfruté, con sus faltas y todo, pero acierta mucho en sus críticas objetivas, sobre todo con el hecho de que “ya no molan”. Es lo triste de querer volver a ser joven a los 46. Los personajes quedaron expuestos como seres patéticos, ya no como los héroes yonquis que quedaron en nuestra memoria por la película de 1996, sino como modelos actuales de un presente mucho menos encantador.

Fuente: http://www.cinefagos.es/t2-trainspotting-la-nostalgia-al-desnudo/

sábado, 19 de agosto de 2017

El pobre docente y el peor semestre

Pobre docente, le tocó dar Crítica de Cine al peor semestre de la historia de los semestres. El hombre tiene que hablar a gritos, haciendo énfasis en la progresiva muerte del cine a manos de la industria y la falta de cultura cinematográfica del público, sobre la gruesa cama de murmullos de quienes lo ignoran.
Un par de chicos se pone a ver un video con el sonido activado mientras el docente, con todo el arte de su verba, intenta explicar la diferencia entre cine digital y químico. A su vez, procesiones marchan para afuera, desinteresadas de su perorata tecnológica.
El docente usa la vieja excusa del “estoy resfriado, no puedo hablar muy fuerte” para pedir silencio, pero no lo pide en realidad, solo deja la afirmación al aire como un vestigio de que intentó hacer algo en contra de la marejada de bulla.
Una falsa rubia se ríe con chillidos. Es un abanico de risas. Pobre docente. Los agudos de las chicas se mezclan con los graves de los chicos, retumbando en los ángulos del salón para provocar una avalancha sonora que arrolle al docente una y otra vez, como lo hace el mar con un niño que va por primera vez a él.
El docente anuncia que pondrá una escena de El Bueno, El Malo y El Feo, y todos corean “oooh…” como  “¿por qué mejor no pone una de Shreck?”. Y les aburrió la escena. Ahora habla del jazz y de cómo los genios del jazz improvisan para impulsar al jazz (improvisación de jazz), no así, la improvisación perjudicial.
De alguna manera, todo lo que está diciendo es tan aburrido y rebuscado que ha logrado aplacar la bulla de la multitud. Se aburrió hasta el sonido. Sueños colectivos, problemas de la cultura social, súper marketing bombardeador, bagajes de cine y otros disfrutes, divaga el docente.

La clase viene con jueguito, qué ingenioso el docente. Adivina el nombre de la película viendo la escena. Está difícil. Es para gente que mira los Óscares.  Paso en esa categoría #películas2016. Ahora es un griterío, como el jueguito de la silla. Un solo griterío. No están tan mal en cultura cinematográfica, porque aciertan películas que yo ni idea. De pronto la cosa se pone fácil y salen películas como Harry Potter, El Señor de los Anillos y el Rey León. Gritan como en la piñata, o mejor dicho, como cuando suena el timbre de salida en el colegio, o como cuando no solo es el timbre de salida, sino que además es el último día de clases y estás en segundo básico. Así gritan.
No lo aguanto más, me voy sin descubrir en qué termina esta reñida pelea por Adivina la Película viendo La Escena. ¿Ganarás tus puntos extras? Descúbrelo hoy, solo en Comunicación Audiovisual

viernes, 18 de agosto de 2017

Éramos Tan Felices, de Mattias Tello (reseña)

Éramos tan felices, murmuraba don Alejo, dando vueltas y vueltas. Lo conocí doce páginas atrás, cuando era solo un niño con los zapatos sin lustrar que se preguntaba qué había detrás de la máscara de soldar. Vería a su padre y sus tíos aplicar calor al hierro hasta que este brillase de una manera tan hermosa como sus brazos, quince páginas después, despedazándose seniles sobre la arena de la costa.
Éramos Tan Felices, de Mattias Tello, es la historia de Alejo, de niño a ceniza; de las generaciones que le precedieron en el taller de soldado hasta las generaciones que le sucederían, también tras la máscara de soldar, permitiendo a la vida fundir grietas en sus rostros.
Y solo dura diecinueve páginas. Nueve poemas que son el alma de este viejo con nietos, dueño de un mundo que no quiere conocer. Lo leí una noche, lo volví a leer y lo leería diecinueve veces más. Conocí a Alejo en la brevedad de estas poesías y su vida entera acabó por desgranarse como azúcar entre mis manos, como arena o nieve. 
Mattias Tello nos presenta a un personaje tan querido y profundo que no puedo más que imaginarme reales las pasiones de don Alejo. Y causa un escalofrío verlo ahí, retratado tan simple, sosteniendo la última villa de su cigarrillo en la tapa del libro. Hasta parece que va a hablar y contarme de las mujeres que vio pasar y los malos chistes en la cuneta. Y resulta que la vida de don Alejo culmina cuando se cumple su deseo de morir ahogado en el mar, sepa él, o no, que se trata de un mar de neumáticos.
Solo queda un consuelo, un último testamento: el nieto prodigioso que recuerda ser dueño de un mundo que sí quiere conocer, y conoce la nieve y los bosques; conoce el canto de la cigarra, que no es más que el sonido del metal fundiéndose. Todo esto en diecinueve páginas.

Felicito por esta hermosa obra a Mattias, quien logró darle vida a un libro y, en ese libro, a vidas de vidas más. Merece ser leído diecinueve veces y cuantas más le plazcan. 

martes, 16 de mayo de 2017

Volver a vivir

Si volviera a vivir esta vida,
haría solo aquello que me llevó a encontrarte
y te buscaría sin parar.

Y si ya estuviera viviendo otra,
Desearía que el destino me ponga a tu lado
en la forma que hayás tomado
y amarte como tal.